Pensar en lo que dos amantes, amantes de la comida, de los rituales al rededor de la mesa y además compañeros de fuegos, pudieran ofrecer como ofrendas a sus invitados y comensales de esa cena que celebraría su unión, no podía ser de otra forma que homenajeando con un festín a todos los que los acompañaban en esa noche de Febrero cuando esos amantes decidieron comerse felices por siempre.

Soñar con un momento tan especial se hace fácil, lograrlo se hace aún más fácil si te apoyas de profesionales apasionados que hacen de los espacios, los momentos, los olores, las comidas, los detalles: inolvidables.


Justo después de decidir una migración que nos separaría en distancia de todo aquello que nos definía el ser y el estar en ese momento, quisimos Manu y yo ofrecer una cena de celebración de nuestra unión matrimonial.



Somos venezolanos emigrantes en este momento, en ese Febrero teníamos las ilusiones a flor de piel  y  era más el entusiasmo que la conciencia migratoria, lo cual celebro haya sido así pues esa noche no hubo espacio para nada mas que para las sonrisas. 


Decir que elegimos el lugar no es lo correcto, porque el lugar nos eligió a nosotros. Casi a diario visitábamos ese hotel, trabajábamos con clientes en común, somos amigos del Chef Luis y teníamos hasta al mejor mesonero al que elegíamos en todas las visitas, Endeomar quien es un ejemplo viviente de lo que debe ser una persona dedicada al servicio y la atención, me encantaría que le pudiera enseñar a muchas personas su forma de proceder y este mundo sin duda sería mejor.



Decidir junto a Luis nuestro leitmotiv o la comida principal fue un placer, sin duda llevamos una idea clara de lo que nos gustaría y le dejamos dar rienda suelta a su vena cocinera y como siempre nos sorprendió. Queríamos platos clásicos pero bien logrados, esa fue la premisa. Sin olvidar el motivo de nuestra migración que era la precariedad de nuestro país en todos los sentidos.



Luis nos consintió el paladar con un Wellington Beef y un solomillo de cerdo en salsa de café acompañado de ensalada fresca con compota de ajíes dulces y pistachos. Una delicia tras otra nos alegraron el alma. 

Entrada: ensalada rusa de remolacha

Plato principal: Ensaladilla fresca con confitura de ají dulce pistacho 

Plato principal (primera opción): Wellington Beef

Plato Principal (segunda opción): Solomillo de cerdo en salsa de café


Para el postre Manu y yo hicimos unas pirámides de chocolate rellenas de Mousse de Copoazú con piñones garrapiñados acompañada de una confitura de zanahoria hecha por Oswaldo el pastelero del hotel de origen cubano. 




Me detengo acá para comentarles ¿Qué es el Copoazú?, es un fruto parecido al Cacao pero que al refinarlo se obtiene un producto similar al Chocolate, con un sabor intensificado a cacao que te impregna la lengua y permanece por  mayor tiempo, se comercializa con el nombre de Chocoazú, más adelante haré un Post dedicado a este fruto maravilloso que se da en mi hermosa tierra Venezuela.




Acompañamos esa pirámide de Copoazú con un festín de postres tipo petit four que dispusimos en la mesa de postres para que los invitados se llevaran a sus casas. 

Mesa de postres



Dentro de ese festín incluímos unos bombones de chocolate blanco rellenos con una mermelada de mango hecha en vida por mi abuelita Azucena, de los mangos de su mata, hacía ya cuatro años de su elaboración, nos la obsequió mi tía Tutti quien custodia desde su partida las pertenencias de mi abuelita, su compañía en ese bombón me acobijó el espíritu pues ella fue la primera en saber que Manu y yo nos casaríamos y desde ese momento nos bendijo y además les dió a nuestros invitados la oportunidad de deleitarse con las delicias que Azusa hacía.


De recuerdo la Sra. Rosario, la mamá de Manu, nos hizo una torta de boda con frutos secos como nosotros la queríamos. Y se embalaron en estas cajas que se diseñaron para la ocasión.








Además Manu fabrica una salsa Thai inigualable con muchísimas especias y una preparación minuciosa la cual envasamos y obsequiamos como souvenir de la celebración.











Sin duda el ambiente ideal se logró gracias a las manos de mi amigo Germain quien tiene el arte en la piel y nos regaló esa ambientación tal como la soñé.





Lo más importante que logramos esa noche, fue reunir al amor en todas las expresiones, familia, amigos, pareja. Todo en torno a la tradición de la alimentación, en este caso sobre abundante pero ideada especialmente para nuestros invitados.









Como consejo puedo decirte que sea cual fuere la ocasión, para mi al momento de elegir ¿Qué servir? imagino a los comensales disfrutando y disfruto prepararlo todo para ellos, pues el goce será por partida doble, en el proceso y en la realización de ese momento.